Junio 2011, 3er aniversario

Cuando uno crece comienza a preguntarse qué es lo que está haciendo, si lo que hace está bien o está mal, a dónde nos llevan esas decisiones y sobre todo, si estamos a gusto con ellas.

La motivación llega con los resultados. El Muro cumple este mes de Junio de 2011 su tercer aniversario, y nos sentimos sumamente contentas de poder decir que, cada edición es un espejo de nuestros deseos y de nuestros corazones. Cada hoja es fiel a nosotras mismas.

A lo largo de estos tres años hemos enfrentado retos de verdad importantes, también disfrutamos de nuestros triunfos, pero, lo más delicioso es poder conocer y compartir este espacio con gente tan apasionada como nosotras.

Nuestros lectores y colaboradores alimentan a esta publicación y a sus humildes soñadoras que siempre buscan hacer lo mejor para ustedes.

En esta ocasión, no solamente presentamos nuestra fabulosa portada de “gala”, elaborada artesanalmente por las soñadoras y nuestros diseñadores, también nos permitimos presentar, en esta primer hoja, una verdad muy especial… la verdad de ser escritores y seres humanos… en boca de uno de nuestros colaboradores:

Reflexión Primera:
No sé si mis versos formen un poema, y si realmente mis poemas tengan poesía. Yo le escribo al amor en cualquiera de las formas concebidas por el Hombre. Le escribo a la mujer en su grandeza cósmica, madre de todo ser pensante sobre La Tierra.

Escribo para mitigar la cruda antipatía a la vida, y recuperar la luz del sol en mis ojos. Escribo porque para mí, no hay mejor manera de aprender a llorar de alegría.


- Daniel Cadena B.

Soñadoras, colaboradores, lectores… amigos… Muchas gracias por todo el apoyo, desde el fondo de nuestros corazones.

Bienvenidos a El Muro, con tres añitos!!

Sinceramente:
Ivonne Mancera
Directora Editorial

domingo, 20 de diciembre de 2009

Los Ladrillos en El Muro. Daniel Chain B.


“¡GOTA A GOTA!”


“Disolverme en el océano divino como una gota feliz”

Alejandro Jodorowsky


De un grifo mal cerrado caen gotas de agua. Una tras otra, en intervalos de solo algunos segundos. Las pequeñas gotas sienten por primera vez el fresco aire. Al ver el vacío se sienten libres, pero temen, a lo desconocido.

Se deja caer una ¡ahí va! Parece que se desintegra pero va sonriendo, se siente feliz. Antes de descubrir su destino una mueca de angustia y dolor se dibuja en su rostro. El viaje no era tan hermoso como esperaba, bueno, al menos el trayecto si lo fue.

Ninguna de las gotas que precedía a la que se dejaba caer, lograba ver el destino que les deparaba. Era tan rápida la vida que no pensaban, sólo se dejaban llevar por la fuerza cíclica de su naturaleza, por el instante de nacer, caer y convertirse en charco, siendo no más ellas mismas.

Sin ser advertido, el grifo aún seguía mal cerrado. Por muchas horas el asfalto consumía gotas y gotas, vidas y vidas, instantes repletos de angustiosa felicidad a horror y agonía.

Al borde de la boca del grifo, una gota de igual apariencia a todas las demás, al percibir el tan incierto y absurdo viaje decide esperar un momento antes de lanzarse y preguntar: ¿Por qué he de tirarme al vacío como las demás? Meditando una posible respuesta y al no encontrarla retraza el ciclo y las gotas que vienen del vientre del grifo desesperan y empujan a la que interrumpe su camino. Usando de toda su fuerza, la gota radical impide el curso natural del agua. Exhausta, tiene una idea. Se deja caer y detrás muchas otras gotas, desafía a la fuerza de gravedad; suspendida en el aire ve caer gota por gota, todas convertidas en charco. La suspendida en el aire sorprendida de su gran capacidad para evitar la simpleza de su existencia piensa en su porvenir y en todo lo que ahora podrá hacer.

Tomando una decisión y al ver que caían otras gotas les interrumpe su trayecto y así reuniendo, en suspenso, a un número considerable de cristalinas gotas predicó: -“en el nombre de todas las gotas nacidas del vientre de este grifo y que ahora son charco; nuestra vida es muy corta hermanas mías, nuestra vida es absurda, ilógica. Nacemos de grandes yacimientos de agua, de mares, ríos, lagos; nacemos de las nubes, todas conformamos un mismo elemento. Aquí yo me pregunto: ¿por qué perder nuestra forma y tamaño? ¿Por qué desaparecer en un instante y no ser más nosotras? Hermanas mías yo les propongo que por mucho tiempo sigamos siendo nosotras mismas. Es necesario para nuestra supervivencia decidir nuestro destino”-.

El grupo de gotas, que era cada vez más grande, se sacudían y gritaban en una incesante algarabía. Ese júbilo nunca antes los habían sentido, pues antes no les alcanzaba la vida. Sabían que grandes emociones se despertaban en la boca del grifo, pero pasaban tan rápido que era imposible disfrutarlo. Esto era diferente, se sentían rebosantes, realmente felices; habían encontrado el verdadero sentido de su existencia.

La gota líder al darse cuenta que su misma laya compartía su entusiasmo y al observar a su alrededor se encontró frente a un inmenso y maravilloso mundo. Desesperada por conocer y sentir tan excitante paisaje, pidiendo silencio a las demás gotas exclamó: ¡Hermanas, vengan, síganme, vamos a vivir el mundo al fin! Todas juntas, completamente felices, un poco asustadas, se agitaban en el aire a punto de encontrar lo desconocido.

Un grupo grande de gotas saltaban felices en busca de una nueva vida. Al frente, la gota iniciadora de esta aventura, sin titubear, dirigía a las demás. En la calle, admiradas por los altos edificios, por el ruido de los carros y la gente que caminaba tan aprisa, sentían muy dentro de su esférico cuerpo un tremendo pavor a ser aplastadas a secarse por el incesante sol, irse por los aires o perderse entre las nubes de smog. Con todo esto no vacilaron en seguir adelante.

Su objetivo era absurdo, sin sentido, pero sentían una gran satisfacción por el simple hecho de atreverse a hacer algo inusual en su tan corta vida. Las gotas seguían caminando sobre la banqueta, temerosas de ser aplastadas por la gente. Una voz:

¡Hey! ¿Quiénes son ustedes? ¿Qué hacen aquí?

Las voz surgía debajo de la banqueta. La gota líder hecho un vistazo y se asombro de ver un gran charco sucio, pestilente; aún así la gota líder no vacilo en preguntar:


-¿Qué eres?-
-Soy un charco de agua.-
-¿Llevas mucho tiempo aquí?
-No- Contesta el charco –Yo nací dentro de un cubo de plástico y solo se que volé por el aire y mi cuerpo se deshizo y se hizo como soy ahora. Aunque debo admitir que en un principio era transparente y más liquido.-
-¿Tu guías a todas ellas?- Pregunta el charco refiriéndose a las decenas de gotas que, estupefactas, veían y olían, con repulsión, al charco.
-¡Sí!- ¡Yo las guío hacía nuevos horizontes, hacía una vida más larga, llena de emociones!
-¡Vaya!- Exclama el charco – Yo no sé si soportaría vivir más. El sol seca cada vez más mi cuerpo, pero esta bien ya no soporto mi aspecto. Al principio, cuando era limpio, quería vivir por siempre, ahora ya no…
-Ven con nosotras- exclama la gota.
-No-
-¡Cómo quieras!- contesta la gota indiferente -¡Vámonos!- dirigiéndose a las decenas de gotas.

El grupo de gotas seguían empeñadas en prolongar su vida; ¿por cuánto tiempo? ni siquiera ellas lo sabían. No se daban cuenta que es menos temerosa la muerte cuando se espera naturalmente, sin prorrogas, sin lastimeras súplicas por vivir.

La gota líder llevaba en su mente, desde su charla con el charco, una inquietante idea que podría echar a perder todo su ideal, toda esperanza de alargar su vida. Cómo decirles a las demás lo que ahora se avecinaba, cómo decirles que la satisfacción de hacer lo que están haciendo desaparecerá y que el tratar de prolongar la vida por un patético y superfluo sueño es tan absurdo como caer de la boca de un grifo mal cerrado y convertirse en charco.


Por: Daniel Cadena B.

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