Junio 2011, 3er aniversario

Cuando uno crece comienza a preguntarse qué es lo que está haciendo, si lo que hace está bien o está mal, a dónde nos llevan esas decisiones y sobre todo, si estamos a gusto con ellas.

La motivación llega con los resultados. El Muro cumple este mes de Junio de 2011 su tercer aniversario, y nos sentimos sumamente contentas de poder decir que, cada edición es un espejo de nuestros deseos y de nuestros corazones. Cada hoja es fiel a nosotras mismas.

A lo largo de estos tres años hemos enfrentado retos de verdad importantes, también disfrutamos de nuestros triunfos, pero, lo más delicioso es poder conocer y compartir este espacio con gente tan apasionada como nosotras.

Nuestros lectores y colaboradores alimentan a esta publicación y a sus humildes soñadoras que siempre buscan hacer lo mejor para ustedes.

En esta ocasión, no solamente presentamos nuestra fabulosa portada de “gala”, elaborada artesanalmente por las soñadoras y nuestros diseñadores, también nos permitimos presentar, en esta primer hoja, una verdad muy especial… la verdad de ser escritores y seres humanos… en boca de uno de nuestros colaboradores:

Reflexión Primera:
No sé si mis versos formen un poema, y si realmente mis poemas tengan poesía. Yo le escribo al amor en cualquiera de las formas concebidas por el Hombre. Le escribo a la mujer en su grandeza cósmica, madre de todo ser pensante sobre La Tierra.

Escribo para mitigar la cruda antipatía a la vida, y recuperar la luz del sol en mis ojos. Escribo porque para mí, no hay mejor manera de aprender a llorar de alegría.


- Daniel Cadena B.

Soñadoras, colaboradores, lectores… amigos… Muchas gracias por todo el apoyo, desde el fondo de nuestros corazones.

Bienvenidos a El Muro, con tres añitos!!

Sinceramente:
Ivonne Mancera
Directora Editorial

jueves, 14 de enero de 2010

La Utopía del Silencio. Por Gabrielle Vallejo M.

(De la serie de cuentos cortos)

Amor de delirio


La gente pasa junto al hombre, todos se le quedan viendo ya sea por su apariencia o su triste condición de pordiosero.

Él voltea para ver a las personas que se asombran cuando pasa, pero él se asombra más y más, ya que todos parecen salidos de cuentos, de personajes de fantasía. El hombre piensa que es extraña la gente que lo rodea, se mira en el vidrio de un escaparate de tienda y se ve normal, se ve como un muchacho, como el muchacho dulce al que amaba mamá.

No le da importancia a estos raros acontecimientos, desde que cumplió 10 años su realidad parecía cambiar, su madre le dijo que no se preocupara, que estaba convirtiéndose en hombrecito y que un hombrecito ve la vida con otros ojos.
Poco tiempo después al cumplir 18 años su madre murió y entonces el tiempo quedo suspendido para aquel hombre sin identidad, al que nadie en el mundo amaba, un hombre solo, lleno de tristeza. Fue cuando comenzó a vagar por las calles sin nadie que le prestara atención.

Una tarde después de caminar por todo el pueblo, asustar a las palomas, comer hojas de los árboles y mirar las formas de las nubes, la vio por primera vez, tan radiante, tan hermosa casi despedía luz; tenía algo que le recordaba a su querida madre, algo que el hombre no podía distinguir, entonce la observo como leía, como sonreía.


Él con ojos felices la observaba, pero no demasiado cerca para no asustarla; después de un ratito la muchacha se alejo, el hombre quedo triste, lo único que lo reconforto al irse de la plaza fue pensar que tal vez la volvería a ver, quizás otro día.

Pasaron los días y el hombre estaba feliz, saltaba de un lado a otro y bailaba, su corazón se regocijaba de pensar que la volvería a ver, pero llegaron las tardes y las noches y la muchacha nunca llego.

Un día el hombre ya se encontraba triste sin esperanza, pero sus ojos se iluminaron al ver a la muchacha en la plaza, ella, su amada. Él se sintió tan feliz que decidió dejar la timidez e ir a presentarse a platicar.
El hombre se acerco, pero la muchacha se asusto, ella no sabia sus intenciones; pensó que sólo era un loco, y sí lo era, pero un loco enamorado.

Al instante sintió ganas de huir, el hombre trato de alcanzarla pero se cayó, le dolió tanto que se quedo tirado en el piso llorando, la muchacha que había corrido, alcanzo a ver su caída y se sintió culpable. Regreso para ver si le había pasado algo malo, ya que después de todo, un hombre malo no llora.

La muchacha se acerco con cuidado y trato de ayudar al hombre, pero éste se tapaba la cara.
El hombre la vio, sin más ni mas la abrazo, la muchacha se asusto, grito, pero en cuestión de segundos el hombre la jaloneo, le arrebato algo y se fue corriendo.
Después de haber corrido sin saber donde ir, el hombre se escondió en un lugar que creía seguro. Abrió las manos y en ellas se encontraba el objeto de su amor, de su delirio.
Fin.

Gabrielle Vallejo M.

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