“El muñequito deshilado”
(De la serie de cuentos cortos)
(De la serie de cuentos cortos)
En una ventana cercana a un árbol inmenso de jacarandas, un muñequito de trapo azulado se sentaba a contemplar las mañanas lluviosas del loco marzo, mientras las gotas se estrellaban contra el asfalto.
La cabeza le dolía a ratos y el aroma de las galletas de chocolate, de la casa de al lado, le acariciaba el olfato.
Un día nublado se sentó al lado de la ventana para escuchar el ronroneo de un gato pegajoso que siempre se paseaba por el gran árbol. Le clavaba sus garritas al tronco y su chillido odioso causaba gran alboroto.
El muñequito azulado se enojaba harto cada vez que lo veía pasear todo presumido y creído, ese día decidió aventarle su huarachito.
Su fuerza hizo volar la chanclilla a toda velocidad y estamparse en el ojo pelón del minino grisáceo.
El dolorcillo enfureció al bigotón y, ubicando al del huarachazo, se le lanzo.
La ventanita nunca se cerraba por las tardes ni por las mañanas, así que las zarpas del fulano gris se le clavaron al muñequito azulado.
El gatito jijo de la tiznada agarro de un zarpazo al pobre muñequito. El azulado lloraba de dolor y espanto, mientras las garras del otro pelado le abrían la panza.
Un dolor agudo le invadió el cuerpo y, después de un rato ahí tirado, despertó atolondrado y con el cuerpo separado.
Sus patitas se movían solitas y la cabeza le dolía harto, más fuerte que las tardes de ocio en el mes de marzo.
Busco una agujita pero la vista se le nublo y no pudo encontrar sus pedazos.
El gato volvió de sorpresa y se llevo sus patrullas, nada más por malvado. Se reía y reía… ya ni se acordaba del huarachazo.
El muñequito se arrastro a ver el árbol, con sus ojillos dibujados en la cara rasguñada y los brazos medio colgados por los zarpazos del infeliz gato.
Llorando descubrió que se quedaría para siempre deshilado y con miedo a los horribles gatos.
- Ivonne B. Mancera
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