Junio 2011, 3er aniversario

Cuando uno crece comienza a preguntarse qué es lo que está haciendo, si lo que hace está bien o está mal, a dónde nos llevan esas decisiones y sobre todo, si estamos a gusto con ellas.

La motivación llega con los resultados. El Muro cumple este mes de Junio de 2011 su tercer aniversario, y nos sentimos sumamente contentas de poder decir que, cada edición es un espejo de nuestros deseos y de nuestros corazones. Cada hoja es fiel a nosotras mismas.

A lo largo de estos tres años hemos enfrentado retos de verdad importantes, también disfrutamos de nuestros triunfos, pero, lo más delicioso es poder conocer y compartir este espacio con gente tan apasionada como nosotras.

Nuestros lectores y colaboradores alimentan a esta publicación y a sus humildes soñadoras que siempre buscan hacer lo mejor para ustedes.

En esta ocasión, no solamente presentamos nuestra fabulosa portada de “gala”, elaborada artesanalmente por las soñadoras y nuestros diseñadores, también nos permitimos presentar, en esta primer hoja, una verdad muy especial… la verdad de ser escritores y seres humanos… en boca de uno de nuestros colaboradores:

Reflexión Primera:
No sé si mis versos formen un poema, y si realmente mis poemas tengan poesía. Yo le escribo al amor en cualquiera de las formas concebidas por el Hombre. Le escribo a la mujer en su grandeza cósmica, madre de todo ser pensante sobre La Tierra.

Escribo para mitigar la cruda antipatía a la vida, y recuperar la luz del sol en mis ojos. Escribo porque para mí, no hay mejor manera de aprender a llorar de alegría.


- Daniel Cadena B.

Soñadoras, colaboradores, lectores… amigos… Muchas gracias por todo el apoyo, desde el fondo de nuestros corazones.

Bienvenidos a El Muro, con tres añitos!!

Sinceramente:
Ivonne Mancera
Directora Editorial

martes, 14 de septiembre de 2010

El Resplandor en Septiembre, por Ivonne B. Mancera

José Clemente Orozco
“El nacimiento
del verdadero mexicano”


El 23 de Noviembre del año de 1883, Zapotlán, Jalisco vio nacer a uno de los más grandes muralistas mexicanos de todos los tiempos: José Clemente Orozco.
Orozco conoció cuando era niño a uno de los grandes artistas de México, José Guadalupe Posada, quien fue su mentor en el arte de la pintura y también una gran influencia en su estilo.
Todavía siendo un niño, Orozco se va la capital de la República, en 1890. Comienza a tomar clases en la Academia de San Carlos entre los años de 1906 y 1914.

Sus primeros trabajos consisten en ilustraciones y dibujos satíricos sobre la Revolución Mexicana, la litografía también sirve para que Clemente empiece a mirar de forma personal al México de aquel tiempo, tanto sus guerras como sus tradiciones estrafalarias y coloridas.



La librería “Biblos” en la ciudad de México, fue sede de su primera exposición en el año de 1916. Después de esta gratificante experiencia, Orozco se lanza a conocer Estados Unidos, pintando carteles y conociendo las ciudades de San Francisco y Nueva York.
José Orozco trajo muchas de las técnicas y de la apreciación artística de E.U y de Europa a México, compartiéndola con sus colegas.

La finalidad de la mayoría de los muralistas era la de educar al pueblo, para poder lograr una motivación por la lucha de una mejor sociedad, por la lucha de una independencia que tanto se necesitaba… los muralistas fungieron como maestros y cronistas del pueblo y para el pueblo.
La familia de José Orozco quería que continuara sus estudios como ingeniero agrónomo, algo que no le agradaba al gran muralista.

En el año de 1909, Clemente decidió hacer caso omiso a las aspiraciones que su familia tenía para él, dedicándose totalmente a la pintura.

Entre los años de 1911 y 1916, para poder mantenerse económicamente, Orozco participa como caricaturista en importantes publicaciones dentro de la sociedad, algunas de ellas: “El hijo del Ahuizote” y “La Vanguardia”.
Clemente también se dedico a pintar escenas de la vida diaria del obrero en los clubes nocturnos. Desde aquí podemos notar su tendencia hacia el expresionismo.
Las primeras tendencias de Orozco van hacia la oscuridad del ser humano; podemos apreciar en sus pinturas a las prostitutas, los antros de mala reputación y ese desengaño de la realidad que al público le encantaba.

El detalle que imprimía Orozco a sus pinturas le dio el título de “El Goya mexicano”, lo cual establecería no sólo el nivel de su fama, también de su calidad e influencia en el arte Latinoamericano.
El año de 1922 marco un gran cambio en la vida de José Orozco. Grandes muralistas como Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, iniciaron el movimiento muralista mexicano. Este movimiento pretendía establecer “el arte de la calle”, con una tendencia clara para la política de izquierda.


El arte muralista se convirtió en una exportación mexicana pues, fuera de las tendencias europeas que varios pintores absorbieron de sus visitas a esas tierras, contenía mucho del arte precolombino y las costumbres mexicanas de ver a la vida, la religión, la lucha, la libertad y la muerte.
Junto a Rivera y Siqueiros, quienes eran abiertamente de izquierda, ingreso a las filas del Sindicato de Pintores y Escultores, donde se comprometieron a recibir como sueldo, el mismo que los obreros mexicanos.

En las pinturas de Orozco se refleja la picardía mexicana y la cruda realidad de esta estirpe, de nacer pobre y morir igual, de la injusticia de un sistema político corrupto y lleno de obstáculos para quienes trabajan la tierra.
En 1928, Clemente Orozco viaja a Nueva York para presentar su exposición titulada: “Dibujos de la Revolución”.
Gracias a sus nuevas posibilidades económicas, surgidas por los excelentes resultados de sus exposiciones, viaja a España e Italia, donde se interesa por el arte barroco; es a partir de estos viajes cuando podemos ver la influencia de importantes escultores y pintores como Miguel Ángel y Velázquez.

En 19745 publica una autobiografía, donde habla tanto de su vida y sus aspiraciones, como del cambio que había traído los distintos movimientos bélicos a México.
En 1948, Orozco realiza el que sería su último mural, homenajeando las raíces indígenas y a los políticos que él admiraba, dicha obra se llamo: “La justicia y luchas proletarias”.

José Clemente Orozco también dejo gran parte de su obra en pintura de caballete, donde podemos encontrar su dramatismo, colorido y su visión de un mundo real y crudo del mexicano y su alrededor.

El 7 de Septiembre de 1947, fallece José Clemente Orozco en la ciudad de México, después de una vida de aprendizaje, política, arte y pasión, después de ser quien hizo nacer al verdadero mexicano con su pintura, con su gigantismo colorido y brutal.


- Ivonne B. Mancera

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