Junio 2011, 3er aniversario

Cuando uno crece comienza a preguntarse qué es lo que está haciendo, si lo que hace está bien o está mal, a dónde nos llevan esas decisiones y sobre todo, si estamos a gusto con ellas.

La motivación llega con los resultados. El Muro cumple este mes de Junio de 2011 su tercer aniversario, y nos sentimos sumamente contentas de poder decir que, cada edición es un espejo de nuestros deseos y de nuestros corazones. Cada hoja es fiel a nosotras mismas.

A lo largo de estos tres años hemos enfrentado retos de verdad importantes, también disfrutamos de nuestros triunfos, pero, lo más delicioso es poder conocer y compartir este espacio con gente tan apasionada como nosotras.

Nuestros lectores y colaboradores alimentan a esta publicación y a sus humildes soñadoras que siempre buscan hacer lo mejor para ustedes.

En esta ocasión, no solamente presentamos nuestra fabulosa portada de “gala”, elaborada artesanalmente por las soñadoras y nuestros diseñadores, también nos permitimos presentar, en esta primer hoja, una verdad muy especial… la verdad de ser escritores y seres humanos… en boca de uno de nuestros colaboradores:

Reflexión Primera:
No sé si mis versos formen un poema, y si realmente mis poemas tengan poesía. Yo le escribo al amor en cualquiera de las formas concebidas por el Hombre. Le escribo a la mujer en su grandeza cósmica, madre de todo ser pensante sobre La Tierra.

Escribo para mitigar la cruda antipatía a la vida, y recuperar la luz del sol en mis ojos. Escribo porque para mí, no hay mejor manera de aprender a llorar de alegría.


- Daniel Cadena B.

Soñadoras, colaboradores, lectores… amigos… Muchas gracias por todo el apoyo, desde el fondo de nuestros corazones.

Bienvenidos a El Muro, con tres añitos!!

Sinceramente:
Ivonne Mancera
Directora Editorial

jueves, 22 de julio de 2010

Letra Escarlata. Por María G. Barrón A.

A Clockwork Orange

“I’m singin' in the Rain”
-Letra por Arthur Freed


La violencia es parte del ser humano, un sentimiento que nos agrade o no, cruza instantáneamente por nuestra mente y que en ocasiones se queda residiendo en ella, comienza como un impulso que nos arrastra desde nuestros más profundos deseos hasta la realización de ellos. Muchas veces la conducta de las personas se ve frustrada por cuestiones de cursilería moral, y no porque en realidad se desee no ser de tal o cual manera. Parece entonces que enfrentarnos a nosotros mismos para resolver qué es lo que deseamos y qué es lo que realmente queremos hacer con esos deseos, resulta imposible, porque sin darse cuenta uno puede haber sido mecanizado para hacer las cosas de cierta forma.

A Clockwork Orange manifiesta la perfección de la violencia. La naranja mecánica es una película del director Stanley Kubrick del año 1972 que tuvo muchos problemas para ser estrenada debido a un alto contenido de violencia, pero la fama que ganó por ser considerada una excelente producción cinematográfica ante los críticos y la admiración de los fanáticos ha hecho que se considere como una película de culto. Y cómo no ser un fenómeno extraordinario del cine, si además de las grandes escenas que captó Kubrick, ésta película es una excelente crítica a la deshumanización.

Basada en un libro del mismo nombre, del escritor Anthony Burgess, y siendo muy fiel a este texto, Kubrick logró realizar tomas que le dieron una perspectiva diferente a las escenas, que le proporcionan al espectador una mayor sensación (cualquiera que sea esta). Así como la música del genio Ludwig van Beethoven. Todo esto hace a la película una sinfonía de la violencia.
En esta película se muestra al joven Alex DeLarge (Malcolm McDowell), que junto con sus amigos, llamados dragos, ejercen la violencia a cuanta persona lo deseen: a un vagabundo, a otra pandilla, a las personas incautas que creen en la bondad de los seres humanos.
Alex es la autoridad para sus amigos. Un día pelean con otra pandilla, les ganan, roban un auto y llegan a una casa pidiendo ayuda mintiendo acerca de un amigo que está herido, así logran entrar a la casa. Y todo sucede, de pronto entran y unos toman por la fuerza a una joven y golpean a su marido, el escritor Frank Alexander, que es obligado a ver como violan a su esposa en frente de él, mientras Alex canta “I’m singin' in the Rain”. Y parece que no pasa nada, otra vez se han burlado de los crédulos que quisieron mostrar compasión y bondad.

La conducta de Alex es autoritaria y violenta, razón por la que después de un pleito con sus drugos, les deja participar de sus actividades y Georgie (uno de los drugos) le cuenta que han planeado robar la casa de una mujer adinerada. Sin embargo el único que logra entrar a dicha casa es Alex, quien en una acción de ultraviolencia golpea a la mujer con una enorme escultura; sus amigos lo dejan en la escena del crimen mientras llega la policía y éste es encarcelado, dándose cuenta que la victima a la que atacó había muerto. Siendo condenado, pasa el tiempo y, después de dos años en la cárcel, Alex decide participar en un experimento, pues sometiéndose a ello le ofrecen la libertad condicional. En este experimento que el gobierno quiere usar para acabar con la violencia en la sociedad, utilizan un tratamiento llamado Ludovico, en el que Alex es sometido a ver imágenes de violencia durante mucho tiempo sin capacidad de cerrar los ojos y, además, es inyectado para que asocie las imágenes con el dolor que le inflingen las inyecciones.

Concluido el tratamiento Alex es mostrado como el resultado de un gran experimento contra la conducta violenta. Lo imposible: han logrado mecanizar su conducta para readaptarlo como un “ciudadano”. Alex ahora es un ser humano incapaz de ejercer violencia, aun en caso de defensa. Aquí se hace una crítica de la psicología conductista, que había sido la intención de Burgess, y Kubrick logra retomar esta desaprobación a las teorías que proponían como solución real al condicionamiento de la conducta en respuesta a estímulos.

Alex vuelve a su mundo supuestamente curado, pero es rechazado en su casa y en la calle es golpeado por el vagabundo que alguna vez él atacó. Hasta que encuentra a sus antiguos amigos Dim y Georgie que también lo golpean y casi lo ahogan, pero logra salvarse y Alex llega al lugar menos esperado, la casa del escritor que había sido una de sus victimas y, ahora lo encuentra en silla de ruedas custodiado por un joven. Pero el escritor no logra reconocerlo y le da asilo. Hasta que Alex comienza a cantar la misma canción de cuando cometieron aquel crimen, el escritor decide cobrar venganza sometiendo a Alex a una gran tortura: la novena de Beethoven, pues durante su tratamiento Ludovico esa que era su sinfonía preferida, se había visto incluida en las asociaciones de dolor y violencia, haciéndose imposible de escuchar por Alex. No teniendo opción, estando encerrado en un pequeño cuarto, Alex decide tirarse por la ventana para “evaporarse” y cae. La escena es impresionante, parece que viajáramos con Alex en su descenso. Por suerte o desgracia, no muere; al despertar en un hospital vuelve a ser el mismo, el que sentía, el de la violencia desmedida, aquel ser humano como cualquier otro.

Todo en la película es detalles, desde los trajes de los drugos y Alex, trajes blancos y sombreros de hongo tipo inglés, mascaras de narices alargadas para llevar a cabo sus crímenes, y ese curioso ojo que le resalta a Alex con grandes pestañas y delineado negro.
Pero más allá de la estética y las buenas tomas del director, tenemos una obra de arte, que da cuenta de la perdida de la cualidad de “ser humano”, mostrando el potencial que podríamos tener como individuos mecánicamente reproducidos.

Las sensaciones de nauseabunda realidad que se mezclan en el mundo de Alex a caso ¿nos causan dolor, miedo o excitación? Cualquiera que sea el caso es probable que sea justo pensar que en algún momento de nuestras vidas hayamos sentido al dolor, al sufrimiento o a la violencia en distintas formas, ya sea como algo que nos cause aversión o satisfacción. ¿Y todo esto por qué? La respuesta quizá este en que es imposible dejar de sentir, el ser humano siente pero muchas veces negarlo es la vía más rápida para salir del desastre al que nos acerca. La represión se incorpora como un recordatorio mental del itinerario a cumplir en el día a día, dejándonos absueltos de la labor de lidiar con los propios deseos, sentimientos y, a consecuencia, limita el pensamiento.

Entonces ¿quién fue menos humano, Alex o los que experimentaron con él? Estos últimos sabían que Alex no respondería a la violencia por que él así lo deseara sino porque le inflingiría dolor el pensar o practicar cualquier tipo de violencia, a consecuencia del tratamiento. En cambio, Alex tenía una expresión desmedida de la violencia, pero está era parte de él. Cierto es que Alex era dañino para la sociedad, pero lo que él sentía, lo sentía tanto que ser mecanizado por los métodos que le impusieron parecería inhumano. Imponer conductas, prohibir sentir, pues, nos convierte en seres mecanizados. Tal vez Alex pudo haber sido ayudado de otra forma, quizá como producto de la deshumanización es que él y sus amigos concebían la violencia como una forma de vivir. Y queda la duda de qué hacer con él, y a su vez con cada uno de nuestros horribles deseos que llevan años guardados en el rincón más empolvado y olvidado de nuestra mente.

Hay muchas cosas que me hicieron ensimismarme por horas, después de haberla visto varias veces la Naranja Mecánica queda como uno de mis favoritas y mejores recomendaciones cinematográficas. Pueden ver entonces como un joven de conducta violenta es cambiado por uno que no puede sentir lo que anhela. La deshumanización del hombre que nos lleva al extremo de la cosificación. Ya no poder ser persona sino objeto sin propósitos propios. Ese es el velo de terror que va cubriendo el mundo de Alex en una visión distópica. Este es el escape que logre encontrar en la película, no la violencia, no la venganza, no el bien o el mal, sino la deshumanización.


María G. Barrón A.

La Utopía del Silencio. Por Gabrielle Vallejo M.

Mi Butaca en Cinema Paradiso,
el clásico está por comenzar.


Las películas pueden convertirse en algo tan personal para todos que llegan a definir momentos esenciales de la vida de un individuo, momentos que van desde lo mas feliz hasta lo más triste.

Las películas son instantes de mágica vida capturados dentro de un espacio plano, del que salen para combinarse con nuestro amor, nuestra felicidad, nuestras vivencias o nuestra melancolía.

Cuando nos sentimos mal, buscamos comprensión o simplemente queremos olvidar nuestra propia existencia y abandonarnos a otra, recurrimos al cine, y este se convierte en una compañía silenciosamente abrasadora.

De eso mismo trata “Cinema Paradiso”, de la vida, del cine y de los momentos que cambian todo, momentos que se quedan en nuestra cabeza como películas que se repiten al paso de los años, una y otra vez.

“Cinema Paradiso” es una obra de arte del gran maestro Giuseppe Tornatore; esta película es un melodrama dirigido en 1988 entre Italia y Francia, en especial en un pueblito italiano llamado Palazzo Adriano.

Esta película es una declaración de amor al séptimo arte, demuestra cómo el cine puede impactar tanto la vida de alguien que puede lograr cambiar su destino.

La historia se desarrolla con un pequeño niño que vive en la provincia de Giancarlo, Italia, en un ¡pueblo maldito! en el que el tiempo parece nunca pasar, asunto que tiene sumidos a los habitantes de esta región en una perdida total de la realidad y el correr del tiempo.

Salvador o Toto, como le dicen al pequeño niño, es el hijo mayor de una familia humilde, su padre tuvo que marchar a la guerra y jamás podrá regresar a casa, la madre, una mujer fuerte y frágil a la vez, trata de lidiar con dos niños pequeños, la pobreza y el dolor de saberse viuda tan joven.

Son tiempos de posguerra y Toto tiene que hacer algo para ayudar en su casa, así que su mama consigue que le ayude al padre del pueblo en la iglesia para que así se gane algunas propinas para llevar a casa, sin embargo nadie cuenta con que Toto es fanático del cine y le gusta ir a gastar el dinero que cae en sus manos al “Cinema Paradiso”.

En esas escapadas que Toto se da a otras realidades, conoce a Fredo, el viejo proyeccionista del cine.
Con el paso del tiempo y la insistencia singular y casi religiosa del niño, consigue que el proyeccionista lo acepte en la cabina.
Al paso del tiempo Toto aprende el oficio de proyeccionista, pero Fredo tiene miedo por é, y le cuenta lo solitario que es ese oficio.

Un día pasa algo trágico y Toto tiene que ser más fuerte que nunca; los años pasan y Toto se encuentra frente a su primer amor, sin embargo el destino es ciego y juega con los amantes jóvenes, y el amor se ve superado por las distancias y el dolor.

Sin embargo, la vida sigue, y el tiempo pasa más rápido de lo que nos damos cuenta, así que Fredo le suplica a Toto que se marche del pueblo y busque su destino, le exige que cuando encuentre lo que quiere hacer de su vida lo ame intensamente y nunca mire para atrás, porque las personas y los lugares que conoció sólo serán un espejismo del pasado.
Así Toto se marcha a Roma y se convierte en un gran cineasta pero, al paso de los años, los recuerdos lo siguen persiguiendo, atormentándolo y consumiéndolo.
Una noche se entera de que Fredo, su gran amigo, ha muerto y decide regresar a su pueblo, sólo para desempolvar los misterios y fantasmas que siempre han rondado su vida.

Esta película es una oda a los sentimientos de toda una vida; la soledad, el dolor, el abandono, la necesidad, la felicidad, el amor, el desamor, el dolor y la nostalgia, todos ellos sentimientos con los que nos podemos sentir identificados en cualquier momento de nuestra existencia.

Una película que refleja las esperanzas que otros ponen en nosotros y de igual manera las esperanzas que nosotros ponemos en los demás, el amor incondicional y los grandes sacrificios de la vida, porque cuando hay amor verdadero no se sacrifica uno, se sacrifican todos a su alrededor.


Anexo mío

Esta película es muy importante dentro de mi vida, la primera vez que la vi me encontraba tratando de alcanzar mis sueños, en una ciudad nueva, sola, lejos de mis seres queridos y luchando con toda mi alma para sobrevivir, recuerdo que fue un día lluvioso con frío, yo me encontraba en una materia llamada cine debate medico, en la facultad de medicina, y era la película de la semana que teníamos que debatir, cuando la vi me impacto tanto y de la misma forma me dolió tanto que cuando la tuve que reseñar para mis compañeros, ese momento cambio para siempre mi vida.

Impacto tanto mi existencia que hoy en día, precisamente en este mes celebro seis años de ese instante, y hace cinco años la magia se repitió, mi vida había cambiado 360º y yo me encontraba en la materia de cinematografía; al encontrarme de nuevo con “Cinema Paradiso” comprendí que los sacrificios son más dolorosos de lo que podemos decirles a los demás, y que no sólo el que se va se sacrifica, sino todos los que lo aman, porque a través de esta película yo comprendí lo que hoy es mi filosofía de vida: “la vida es muy hermosa, inmensamente hermosa, pero inmensamente difícil y dolorosa, y por eso se necesita comprender esto y tener ganas de seguir luchando”.

Dedicado:
Esta butaca de recuerdos la dedico con inmenso amor a las personas que me han amado incondicionalmente y que sé
que “Cinema Paradiso” les cambio la vida como a mi, y que aman esta película inmensamente como yo, se lo dedico también a aquellas personas que se sienten o se han sentido solos y les cuesta encontrar su camino, sólo les quiero decir que sigan luchando, porque su estrella está ahí en el cielo, solo es cuestión de que la sigan.

Gabrielle Vallejo M.

Los ladrillos en el muro. Por Jesús Brilanti T.

NOSFERATU: PHANTOM DER NACHT

Existe sólo una película, la cual he comprado tres veces por que la he encontrado en distintas versiones y que podría ser capaz de admirar decenas de veces sin cansarme.
Nosferatu: el fantasma de la noche, es la obra del director alemán Werner Herzog nacido en 1942 en Bavaria. De muy joven se mudó a los Estados Unidos para seguir estudiando pero al poco tiempo abandonó la escuela. De ahí se dirigió a México donde vivió un tiempo. Poco después regresó a Alemania donde se apropió de una cámara de 35 mm del Munich Film School. A partir de 1962 rodó cintas como: Herakles; Game in the sand; Lebenzseichen, Fata Morgana y Aguirre: The wrath of god, entre otras.
Es en el año de 1979 cuando Herzog retoma el clásico de Mornau “Nosferatu”, una adaptación de la obra Drácula de Bram Stocker para crear Nosferatu: Fantasma de la noche.
Con las magistrales actuaciones de Klaus Kinski como el monstruo e Isabelle Adjani como la dama aquella de la que el vampiro se enamora. Además se agregan las actuaciones de Bruno Ganz, Jaques Dufilho, Roland Topor, Walter Ladengast, Dan Van Husen y Jan Groth.
Mi acercamiento con este filme fue un tanto curioso pues al contrario de otros, primero conseguí el soundtrack, (labor que no fue nada fácil), ello debido a que la música del filme la interpreta una de mis bandas favoritas de Krautrock: la banda alemana Popol Vuh.
Sabía ya, gracias a reseñas y comentarios, la excelencia de este film; pero no hubo comparación alguna a todo lo leído y relatado cuando lo pude apreciar por primera vez.
De una tétrica forma, la película comienza con impresionantes escenas de las momias de Guanajuato, para después dar cabida a espectaculares escenarios europeos donde se desarrolla la historia.
Jonathan Harper es un abogado quien es remitido a entablar un trato a un remoto y arcaico castillo donde reside un ser de aspecto sombrío y lúgubre quien desea adquirir una casa en Wismar. El Conde, propietario del castillo, es un alma atormentada quien se enamora de la mujer que aparece en una fotografía; dicha fémina es la esposa de Jonathan.
El ente grotesco se traslada hasta Wismar trayendo consigo destrucción, oscuridad y muerte.
El monstruo que se desplaza por las calles durante las noches, como si fuese una sombra apacible que vuela de una acera a otra hasta llegar a la plaza de la ciudad y atravesarla como un mullido fantasma que retoza bajo la luz opaca de la luna. Los callejones plagados de ratas como una peste que anuncia la muerte; un barco que navega silente con sólo cadáveres como tripulantes; un zócalo que se reviste de ataúdes; música que cala hasta los huesos, hacen de esta cinta un manjar para los sentidos y sobre todo, un fabuloso Klaus Kinski quien interpreta en un concepto más “realista” la imagen de un vampiro: un ser grotesco, horripilante y realmente oscuro.
Situación contraria al arquetipo de “vampiro” que nos muestra hoy día el cine hollywoodense.
El final, lamento contarlo y pido una disculpa para aquellos que ya demostraron interés en este filme, pero creo es importante el mencionarlo, pues es simplemente espectacular, es de esas no muchas películas donde en el desenlace gana el “mal”, ávido de orgullo y del placer por el ansia de la venganza.
Nosferatu, el fantasma de la noche, es uno de esos filmes ampliamente recomendados, ya sea por la trama, por los actores, por la fotografía, a cargo de Jorg Shmidt-Reitwein, por la música o simplemente por el placer de paladear cine distinto a lo común.


Por Jesús Brilanti T.

jueves, 15 de julio de 2010

El Resplandor. Por Ivonne B. Mancera

Charles Chaplin
“El silencio que provoco estallidos”


"Todo lo que necesito para hacer una comedia
es un parque, un policía y una chica guapa".
- Charles Chaplin

Y así fue, Charles Spencer Chaplin consiguió darle al cine mudo un éxito rotundo con su hilarante creatividad siempre basada en las más simples escenas de la vida diaria, en la rutina del ser humano común y sencillo.

A las ocho de la noche el 16 de abril del año 1889, el gran cómico del cine mudo llego al mundo en el mágico Londres, en la calle East Lane, Walworth.

Sus padres eran actores disfrutaron de gran éxito en el público londinense. En 1894, su madre que llevaba el nombre artístico de Lily Harvey, perdió su bella voz y, Charles con cinco años tuvo su debut artístico: imito la voz de su madre rompiéndose y abandonando su cuerpo, para dejarla sin el éxito del que disfrutaba y con el que mantenía a sus dos hijos.

Su padre los abandono a causa de su afición por el alcoholismo, lo que llevo a la madre de Charles a un trastorno mental y a toda su familia (su hermana Sydney) a vivir en la calle. En 1896 Hannah Hill (el verdadero nombre de su madre) fue internada en un sanatorio para débiles mentales.

Un año después de perder a su madre, Chaplin se unió a un grupo de actores llamados “Los ocho muchachos de Lancashire”, un grupo de actores jóvenes que gustaban de hacer presentaciones en los pueblos.

A partir de esta experiencia, Charles Chaplin comenzó a buscar las actuaciones callejeras, tomando experiencia en la comedia y en la actuación. En 1898 muere su padre.
Para 1906, adquiere un contrato con el Casey Court Circus, y consiguió un contrato en una compañía de pantomimas.

A los diecinueve años se enamoro apasionadamente de una joven actriz llamada Hetty Kelly. En la compañía de pantomima a la que pertenecía, logro adquirir destreza y cualidades impresionantes en sus actuaciones.
Fue en esa época cuando Chaplin comenzó a refinar sus actuaciones con mímica, y en 1912 Mark Sennett lo convenció de unirse a su productora “Keystone”.

El 2 de febrero de 1914 se estreno la película “Ganándose la vida” o popularmente conocida como “Charlotte el periodista”; durante ese año filmó 35 films (cortos de entre 12 y 16 minutos de duración), En esta primera película se puede apreciar el nacimiento de su gran personaje, el que le daría éxito y reconocimiento eterno, como un vagabundo simpático, noble e ingenuo.

Cada uno de los personajes de Charles Chaplin logró encantar a la audiencia. Charlotte comenzó a ganarse el cariño del público y de los críticos, que reseñaron cada uno de los Films de Chaplin donde emanaba alegría, ingenio y locuacidad.
La productora Essanay se llevo a Charles Chaplin por la fabulosa cantidad de 1.500 dólares, una gran suma para un actor mudo de comedia en aquellos tiempos.

Fue en esta compañía donde Chaplin comenzó a escribir y dirigir sus películas. En esta oportunidad de ser genio creativo fue donde Chaplin cultivo muchas de las genialidades, características y modas dentro de la comedia muda, que después veríamos repetidas en películas interpretadas por uno de sus mayores rivales, Buster Keaton, mejor conocido como “cara de piedra”.

Su película “The Tramp” o “El vagabundo” marcaría un sello inigualable y único en las películas de Chaplin, creando también una marca personal en su historia dentro del cine. El atuendo más famoso del cine se definia por un sombrero, un bastón, pantalones anchos, chaqueta estrecha y unos zapatos gigantes.

A inicios del año 1918, se unió a la casa productora First National por la cifra escandalosa de un millón de dólares anuales. Con su película “El chico” (“The Kid”), los críticos europeos lo consagraron como un genio del cine. Junto a David W. Griffith, un gran genio del cine y riguroso innovador de la narrativa cinematográfica, fundo su productora independiente llamada “United Artist” en el año de 1919.
En el año de 1925 surgió una de sus grandes películas: “La quimera de oro” que, en el año de 1942, se convirtió en una versión sonora narrada por el mismo Charles Chaplin.
A pesar del nacimiento del cine sonoro en 1927 con la aparición de “El cantor de Jazz” con Al Jolson, Chaplin seguía produciendo cine mudo. Gracias a la película “The circus”, ganó un Oscar en el año de 1929. “La ciudad de las luces” se convirtió en una de sus películas más sentimentales y magnificas de Charles, incluyendo escenas sonoras y música. Con la llegada de la Segunda Guerra Mundial, Charles Chaplin hizo una gran critica cómica (como sólo él sabía hacerlo) con su película “El gran dictador”.

En abril de 1942, Charles Chaplin fue condenado debido a su desentendimiento por la manutención de su hija con la actriz Joan Barry. Sus películas comenzaron a ser cuestionadas sumándose a su origen judío y a que nunca se nacionalizo. Viajaba con su familia por Europa, cuando fue detenido por las autoridades de inmigración; decidió no volver a Estados Unidos e instalarse en Inglaterra. En 1954 recibió el Premio Internacional de la Paz.
A sus ochenta años, Chaplin rodó su película “La condesa de Hong Kong” con los actores Sofía Loren y Marlon Brando; pero el filme no tuvo éxito. En 1972 regreso a Hollywood para recibir un Oscar por todas sus obras.

A sus ochenta y ocho años, murió el día de Navidad en el año de 1977. Con 79 películas filmadas, siendo actor y director, Charles Chaplin se convirtió en un ícono de la cinematografía, creando una tendencia narrativa y fílmica inigualable, y al encantador vagabundo de Londres que a pesar del silencio, provoco estallidos en las salas de todos los cines del mundo.

- Ivonne B. Mancera

Los ladrillos en el muro. Por Jesús Brilanti T.


EL CINE PARA CONTEMPLAR Y EL CINE SÓLO PARA MIRAR.

Desde muy temprana edad manifesté cierto interés por lo complicado, todo aquello que resultara simple y común para mí, carecía de interés. Si las cosas no son complicadas, no saben, no se paladean, simplemente se degluten y después se excretan para perderse en el limbo.
Crecí y dicha manifestación fue incrementándose hasta que poco a poco construir mi mundo onírico donde me vuelco para crear e imaginar.
Mis gustos son exquisitamente “difíciles” de digerir: mi música, mi literatura, mis historietas, mis pinturas, mis amigos y mis películas; que es a donde deseo llegar en este ensayo. Llegan tan hondamente a marcar una pauta en mi existencia que, por ello, las expreso como “mías”.
Según mi humilde perspectiva, si se mira una película y ésta no deja algo más allá que una docena de carcajadas, un bote de palomitas de maíz y un litro de refresco en el estómago, se ha arrojado el dinero invertido en ella a la vaciedad. Desgraciadamente hoy día, al examinar la cartelera cinematográfica nos topamos con mucho de este tipo de películas que ya están más que listas para digerirse fácil e inmediatamente después desechar; no invitan a la reflexión; no dan pauta a la imaginación; no ofrecen paradigmas de trascendencia. Algunas poseen una cantidad sorprende de efectos especiales, pero su contenido intelectual deja mucho que desear convirtiéndolas en puerilidades.
Si buscásemos respuesta a este producto, sería fácil de encontrar: a la gente ya no le gusta pensar, deseamos todo práctico, inmediato, ya no hay tiempo para ahondar en cuestiones intelectuales, culturales e incluso espirituales; ello es verdaderamente una pena muy lamentable.
Qué terrible es sentarse frente a la pantalla, comenzar a ver una película y de inmediato intuir, teniendo prácticamente la certeza, en que va a terminar el filme. Es simplemente absurdo e ilógico.
Mi gusto por el buen cine se lo debo a una prima, a quien siempre vi como mi hermana por el lazo afectivo que se ha mantenido entre ella y yo, siendo ella mayor por algunos años, me guió indirectamente por el buen sendero cinematográfico. Ella es amiga y cliente del mitológico Heladio “el Barbas”; importante y destacado personaje en la cultura under del Distrito Federal; este individuo enriqueció por décadas a decenas de cinéfilos quienes sábado a sábado se daban cita en el legendario Tianguis Cultural del Chopo para adquirir un filme de cine de arte, cine alternativo o transgresor.
Qué delicia paladear una cinta que invita a la reflexión, a pensar, y que a final de cuentas nos deja un mensaje, una emoción o sentimiento que permanece en nuestra memoria por siempre. Una buena película invariablemente nos acerca al mundo contemplativo, y es precisamente la contemplación la que nos inunda el espíritu siendo en él donde radica todo sentido del arte.
Aquí es donde encontramos una gran diferencia entre el cine comercial y el cine de alternativo; el primero fue diseñado para mirarse, el segundo para contemplarse.
El éxtasis que se puede sentir correr por debajo y encima de la piel cuando apreciamos un filme alternativo y que, por más empeño imaginativo que coloquemos en él, intentando descifrar qué seguirá en los minutos consecutivos, no podamos dar con el resultado final, sino que, a manera de barco en la tormenta, la historia nos golpee duramente el raciocinio y nos lleve a la deriva, sin imaginar, ni siquiera un poco cerca, el final de la película en cuestión.
Algunas obras fílmicas de está índole requieren observarlas más de dos veces para captar un poco más de su significado, otorgándole un valor más allá de una simple película.
Pero, ¿cómo adquirir buen cine en esta ciudad? Es increíble como en esta “era de la tecnología y las comunicaciones” teniendo todo tan cerca, estemos tan lejos de la cultura, tan lejos de llegar a manifestarnos como seres humanos; que seamos un producto más de la cultura de masas, absorbidos y devorados por el consumismo bárbaro de nuestro tiempo, que nos mutila y manipula a su antojo.
No existen pretextos hoy día para acercarse a la cultura, que no se desee, es punto y aparte.
En esta ciudad, en conocida plaza comercial, existe una famosa y grande tienda de música, donde hay gran variedad de películas y en ella una sección dedicada al cine de arte, los precios oscilan desde los cuarenta pesos hasta más de cien pesos. Cantidades que no significan nada comparados con lo que se gasta en un fin de semana en un “antro” o en una visita a las salas de cine.
Por último, cierro este ensayo con una crítica de Umberto Eco: “La cultura de masas no fomenta la reflexión, alimentando emociones superficiales e inmediatas; estimula una perspectiva pasiva y poco crítica; propicia el conformismo”.

A Gely Brilanti.

Por Jesús Brilanti T.

El Resplandor. Por María G. Barrón A.

Carlos Monsiváis
“Mr. Memory”

El mes pasado, a sus 72 años de existencia, deja este mundo Carlos Monsiváis, tras una larga experiencia con las letras y el mundo. Monsiváis se encargo de hablar de la sociedad, la cultura y la política de México por medio de su ingenioso sarcasmo.
Nacido un 4 de mayo de 1938 en la Ciudad de México. Estudió en la Escuela de Economía y en la Facultad de Filosofía y Letras, de la Universidad Nacional Autónoma de México. Así mismo trabajo en dicha escuela como catedrático en diversas materias.
Desde muy joven colaboró en los más importantes suplementos culturales y medios periodísticos mexicanos. Su obra se desarrolló esencialmente en el periodismo; colaboró con Novedades, El Día, Excélsior, Uno Más Uno, La Jornada, El Universal (México), la revista Proceso, la Revista Siempre!, Eros, Personas, Nexos, Letras Libres, Este País, entre otras publicaciones. Fue secretario de redacción en las revistas Medio Siglo (de 1956 a 1958) y Estaciones (de 1957 a 1959) y director del suplemento «La cultura en México» de la revista Siempre! (entre 1972 y 1987). También fue director de la colección de discos Voz Viva de México de la UNAM. Fue becario del Centro Mexicano de Escritores y del Centro de Estudios Internacionales de Harvard. Impartió cursos en la Universidad de Essex y en el King's College, ambos en Gran Bretaña, y como profesor invitado en la Universidad de Harvard.

Monsiváis desaprobaba la televisión y sus efectos “entontecedores”. Decía Carlos: “¡La televisión! ¿A quién diablos le importa la televisión? Por lo menos a nadie de la gente a quien yo trato”.
Su interés por la cultura popular, el lenguaje de los barrios bravos, y una pasión por la forma, situaciones difíciles de coincidir, fueron parte central de su forma de escribir. Cultura y sociedad son sus dos grandes dominios. Fue un escritor que desaprobó el autoritarismo y la violencia en cualquiera de sus formas.

Ese Carlos a quien Pitol llama “Mr. Memory”, y al que reconoce como un incomparable historiador de las mentalidades, un ensayista intensamente receptivo y agudo; un crítico de cine notable, un estudioso de la pintura mexicana, un lúcido ensayista político. Documentador de la imbecilidad nacional. Y dice aun más Pitol: “A esos atributos se suman otros más: bibliófilo, coleccionista de mil cosas heterogéneas, gatófilo, sinólogo… Todo esto es Carlos Monsiváis.”

Un hombre con una extraordinaria memoria, conocedor de la cultura de México, curioso por coleccionar artículos populares, incansable informante del acontecer social y político, un hombre que ha dejado su marca en la republica de las letras, su trabajo ha sido y seguirá siendo reconocido en el panorama cultural de Hispanoamérica.

La tarde del sábado 19 de junio murió un escritor, pero también un ser humano. Descanse en paz, Carlos Monsiváis.


María G. Barrón A.

El Lunático. Por Ivonne B. Mancera

“La escritora y el físico”
(O el nacimiento de la ciencia ficción)


A ella le gustaba contonearse en sus calzoncillos rosados frente a él, mientras le recitaba versos torcidos y los ilustraba con los dedos finos en las ventanas empañadas.
Él la miraba de vez en cuando para mirar sus senos libres jugueteando con la gravedad… luego volvía a su lectura de la Teoría de cuerdas.
Entonces, cuando él bajaba la mirada, ella subía el tono al siguiente párrafo y le añadía dramatismo a su narración, para atrapar a sus ojos y que le acariciaran el cuerpo desnudo.
Él “jugaba” a caer las primeras veces… luego, simplemente se perdía en sus apuntes y los libros gigantes de brillantes ideas que ella no comprendía.

Así pasaban las tardes, comiendo chucherías, recitando poemas y peleando por tantos cálculos y “aberraciones al lenguaje”, como les decía ella a toda la palabrería que él le soltaba cada vez que ella movía la guitarra o hacía sonar los vasos.

En las noches, él trataba de llevarla a dormir, pero ella se inspiraba en la madrugada y se acostaba a escribir en el suelo, se sentaba en la mesa o se ponía a mirar las estrellas y a recitar poemas. No podía pegar pestaña hasta que todas las letras quedaran vertidas en una de las decenas de libretas que tenía amontonadas al lado de la cama.
Y así era la semana… ella desnuda paseando por la casa y él inmerso en su libro de lo poco entendible para ella.

Una noche, se encontraron por casualidad en la terraza… ella estaba recostada en el suelo contemplando el cielo.

Él se limpio la cara con las manos, se revolvió un poco el cabello y se sentó a su lado; acarició sus hombros y luego le besó el vientre.
- Eres hermosa mujer
- ¿Has terminado?
- Si… por hoy

Sonrió y se recostó junto a ella, se miraron un largo rato sin decir palabra.

- Quisiera viajar al pasado para conocer a los grandes poetas, para ir a las tertulias de los pintores mexicanos, para escuchar las primeras obras de Shakespeare.
- Se puede viajar al futuro pero al pasado no.
- Sólo estaba imaginándolo…
- Está bien, pero unos científicos han hecho investigaciones y dicen que es posible viajar al futuro pero no al pasado
- Pues esos científicos deberían salir más de sus estudios… para ver la vida
- La física es la vida
- La poesía también…

Ella se levanto rápidamente, busco una pluma y una hoja. Comenzó a garabatear y luego le entrego ambas herramientas.
- Anda usa un poco de tu creatividad
Se encontró con el inicio de una historia fugaz:

“Despertó atolondrada, observando un lugar que no conocía, esperando encontrar un rostro familiar… ahí estaba él, con el cabello despeinado, sus ojos castaños fijos en el techo y sus piernas temblando…”

La miró con los ojos fijos, le dijo:
- ¿Quieres viajar al pasado?
- No… al futuro.

“Era un mundo nuevo. Se levantaron y miraron por la ventana que ya conocían, pero el mundo estaba cubierto por una gran bola de cristal, con pantallas enormes que gritaban noticias, con comida preparada por robots desagradables… “

Ella sonrió ante la imagen de aquel hombre que se encerraba en sus libros de física que ahora se dejaba llevar por las letras, por la fantasía… Tomo la pluma y siguió:

“… máquinas horrendas que no daban los buenos días después de que pedías un buen plato de frijoles y unas tortillas calientitas. Era un mundo nuevo, un mundo apocalíptico, que se emborrachaba de tecnología y que se hundía en cables que hacían funcionar cosas monstruosas…”

“como grandes empaquetadoras, grandes maquinas de comida muy sabrosa y vendedoras de ropa muy costosa”, escribió el físico.

“… y un gran círculo rosado, que aventaba burbujas. “¡Que mundo tan rato es este!”, dijo ella tomándolo de la mano y apretando sus dedos sudados. Él dijo: “Es el mundo del futuro, nuestro futuro”, termino ella mientras se acercaba a él, acariciándole el rostro.

El científico se acerco, le acarició los senos suaves y llenos de magia, que siempre le gustaba ver pero más le encantaba tocar, probar y oler.

A partir de ese día, se sentaron a formar historias revueltas, con peleas sobre si los autos debían volar o las maquinas debían bailar o cantar… al final, los dos creaban mundos para todos, para los que creen en los colores y para los que creen que “las partículas materiales son en realidad "estados vibracionales" de un objeto extendido llamado cuerda”.


- Ivonne B. Mancera


* Dedicado al hombre que me ha hecho reír
y aprender con sus ocurrencias torcidas.
Te amo David!!

El Lunático. Por Ivonne B. Mancera


• Hoy quiero sentir todo fuerte. Quiero sentir la vida correr a toda velocidad bajo mi piel. Quiero que me besen con pasión, que me acaricien con pasión, que me hagan el amor y me dejen con el corazón a punto de estallar. Hoy quiero sentir todo fuerte. Quiero estallar en mil pedazos para abarcar todo el mundo. Hoy quiero vivir.

• Uno no necesita pedir permiso. Puedes salir a la calle y conseguir droga, consumirla… puedes tener relaciones en la calle o rentar un cuarto, puedes conseguir alcohol y ponerte ebrio en algún bar… no necesitas pedir permiso. No necesitas que tus padres te dejen la casa sola para tener sexo… el sexo… está en todos lados. No necesitas permiso. Lo haces si quieres… sólo si quieres.


• No es que me dé miedo o pereza trabajar… es que quiero el trabajo ideal, quiero poder hacer lo que aprendí, lo que más me gusta, lo que siempre he deseado hacer. Pase 3 años en la Universidad… no quiero sentarme a hacer algo por toda mi vida que no deseo hacer. Me da miedo no cumplir mis expectativas… MIS expectativas, no las de los demás. Tengo ansías… por eso el cigarrillo.


• Siempre que lo veo encuentro mi verdadero yo… mirarlo, escucharlo, besarlo… es una cosa que me crece en el pecho y me recorre todo el sistema; se anida en mi cabeza. La primera vez que lo vi no me imaginaba que sería tan importante en mi vida. Ahora lo es. Ahora lo sé cuando lo miró… cuando me mira y esa mirada me acaricia. Lo amo… ahora lo sé.


• Me gusta fumar… dicen que me voy a morir más rápido… Si, tal vez… pero me gusta. Es la paz que me da; cuando estoy nervioso me quedo nervioso después de fumar, pero me gusta el espacio de tranquilidad que me da el cigarro.
Me gusta fumar (silencio)... no me quiero morir.


• Uno siempre se preocupa por tonterías: el trabajo, la familia, la pareja, la escuela… pero no se preocupa por disfrutar. Eso es lo que le debería preocupar a uno… no sentir placer. ¿Qué caso tiene la vida sin el placer? Uno siempre se preocupa por tonterías… ¿y el placer?.


• Un documental


- Ivonne B. Mancera