“Llévame a Macondo”
Amor mío, llévame a Macondo, quiero conocer a los gitanos… comprarles algunos imanes y conocer sus artilugios más antiguos.
Amor mío, llévame a Macondo, para comprarle algunos de esos pescaditos infinitos a Aureliano, para leer a la sombra el árbol donde se murió José Arcadio, para disfrutar del aroma de la cocina de Úrsula Buendía.
Amor mío, llévame a Macondo, para conocer las historias picantes de las prostitutas, para escuchar el delicioso y suave sonido de la pianola de Pietro Crespi.
Amor mío, llévame a Macondo, para sufrir la enfermedad del insomnio, para escuchar de las batallas perdidas del General Aureliano y de la muerte de su descendencia, por una cruz marcada.
Amor mío, llévame a Macondo y terminemos enterrados en Cien años de soledad… abrazados y adormecidos.
Amor mío… llévame a Macondo, vivamos el idilio y el pasar del tiempo que no se queda suspendido.
- Ivonne B. Mancera
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“A Efraín Huerta, el rey del pantano”
Mi pequeño cocodrilo,
que con su prosa musical
hace temblar al más frío
y al más mojigato carcajear.
Mi pequeño cocodrilo,
con su sarcástica crítica
y sus pasitos sombríos
que se le oyen al ponerse romántico.
Mi pequeño cocodrilo,
con sus lentes de grueso armazón,
con sus letras bailarinas
y su corazón cantor.
Mi pequeño cocodrilo,
comiendo sus poemínimos
con delicados colmillitos,
con su erotismo audaz
que me hace soñar.
Mi pequeño cocodrilo,
déjame nadar
a tu lado en ese pantano
de profunda soledad.
Mi querido cocodrilo,
eres el rey del pantano.
Ivonne B. Mancera
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