Noche en vela
Ya es media noche y
cansados de amarnos,
reposas tu cabeza en la herida
que tengo en el pecho.
Duermes;
la saliva tibia se mezcla
con mi sangre ya fría.
Despiertas;
esos ojos me miran,
esperas una palabra dulce.
Hablas;
palabras sin sentido,
sólo esos ojos tienen sentido.
Lloras;
las lagrimas me dicen ¡te amo!,
y una boca me dice ¡te odio!.
Los cabellos que tantas veces respire
ahora me cubren la herida;
las que me aman mojan mi cuerpo;
la que me odia tiembla,
Tiene miedo a dejar de besarme.
Te vas.
Ya no veré esos ojos de luz.
Ya no sentiré esa boca de sal.
Ya no me fundiré en tu vientre de mar.
-Daniel Cadena B.
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Alas de Colibrí
Dentro de un árbol está la sombra de la vida
tirada de bruces,
escupiendo pez sobre sus manos.
Luz,
dale alcance y alivio a su tormento,
que la única cura es la tristeza
y la desesperación que siente todos los días.
Vida,
desborda de la energía
la pálida necedad del entusiasmo,
que no se agiten más las alas del colibrí.
Detenlo,
dale muerte,
con tenedor goza del corazón veloz
de su desdicha.
Toma de la mano al niño que agoniza,
muestra la cara de la envidia quejumbrosa,
esparce en los cabellos sus lágrimas,
teje trenzas en tu nuca que el sol secará;
su llanto y la luna iluminará su vientre
en las tinieblas.
Vida:
el resplandor de la luz de Dios
ha cegado tus ojos;
las alas de Lucifer te mecen
al borde del abismo.
Mira cómo se desprenden tus cabellos,
cómo cada folículo cae sobre tu cara,
dentro de tus ojos.
Sombra de la vida,
descansa en el cajón de la repisa,
entre las hojas de aquél cuaderno deshecho
por la tinta dentro de mis uñas malolientes
que rascan el cráneo marchito,
carcomido por el pico del colibrí.
Daniel Cadena B.
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