Pita Amor
“Poetisa provocadora
“Poetisa provocadora
“Soy vanidosa, déspota, blasfema;
soberbia, altiva, ingrata, desdeñosa,
pero conservo aun la tez de rosa.
La lumbre del infierno
a mi me quema.
Es de cristal cortado mi sistema…”
(Fragmento de “Letanía de mis defectos”)
Si la poesía mexicana tuvo una escritora atrevida, irreverente y carismática, esa fue Guadalupe Teresa Amor Schmidtlein.
El 30 de mayo de 1918 en la Ciudad de México, Guadalupe Amor (mejor conocida como Pita Amor) llego al mundo para traernos una de las voces más retadoras y revolucionarias de la historia literaria.
Pita se destaco desde pequeña por su carácter distinto a las mujeres mexicanas, por su capacidad para llamar la atención de la gente que la rodeaba… también capaz de hacer perder la paciencia hasta a su propia madre.
Le gustaba cantar para su familia y amigos, pero su voz chirriante la confino a la cocina, donde las muchachas de servicio se divertían con las canciones que entonaba y sus ocurrencias fantásticas.
Su carácter difícil e insoportable, para algunas personas, fue obligándola a buscar la soledad.
Durante su infancia estuvo rodeada de lujos debido a la riqueza de sus padres, Emmanuel Amor Subervielle y Carolina Schmidtlein García-Teruel, pero en la adolescencia sufrió la perdida de esas riquezas.
A Pita poco le afecto este cambio económico, sus intereses estaban por encima de lo material… si Amor vestía con escotes, capas y mantones era para decorar con dramatismo su personalidad, su presencia en cualquier lugar.
Pita Amor entro al mundo artístico de México como una mujer estrafalaria y excéntrica, una artista con una sensibilidad expuesta y una seguridad intimidante.
Su belleza no era solamente interna, Guadalupe era una mujer hermosa por fuera, lo que la llevo a figurar como modelo de grandes pintores y muralistas, entre ellos Juan Soriano y Diego Rivera.
Cada gramo de la personalidad de Amor comenzó a verse reflejada en su talento como poetisa. Sus intereses artísticos se encontraban en temas como Dios, la soledad, el análisis de lo cotidiano, la muerte… se dejaba escribir para reflejar la nada, lo que no parece interesante para los demás.
La “undécima musa” no podía separar la mujer intrépida que era, de su papel como escritora; cada uno de sus versos es directo, se clavan en la garganta de la audiencia… era aun más rico poder verla interpretando sus poemas, sus versos agudos, críticos, analíticos pero, sobre todo, naturales.
Como siempre… Pita no podía ignorar su capacidad magnética para que la amaran… y para que la odiaran. Mucha de su poesía gira alrededor de si misma, de su vida, de sus pasiones… de su ser.
Sus camaradas del medio artístico no pudieron evitar quedar cautivados por su personalidad, por lo que se relaciono con grandes literatos.
Guadalupe Amor gustaba de los detalles minúsculos de la vida. Adoraba caminar por Paseo de la Reforma, en la Ciudad de México, diciendo que era la “reina de la noche”.
Pita era una mujer ególatra y ensimismada por lo cual, cuando a sus 38 años tuvo un hijo, no se sintió movida a ser madre. Lo dio en custodia a su hermana Carito (fundadora de la Galería de Arte Mexicano).
Su hijo Manuel (de un año y algunos meses) muere ahogado en una pileta, lo que marco una cicatriz profunda y supurante en la vida de Guadalupe, llevándola a una depresión aguda donde nadie podía hablar con ella, ni consolarla. Pita se retiro y dejo de ser la mujer atenta a su físico y a la manera en cómo el mundo la miraba.
Pero éste cambio fue sólo externo porque, cuando Amor regresa al mundo artístico se le nota insolente y estable, retadora y soberbia. La poetisa mexicana no cambio, simplemente eligió curar sus heridas sola y guardar el luto que necesitaba para si misma.
Se divertía declamando sus versos en voz alta y también gritando los poemas de Sor Juana Inés, quien fue una de sus grandes influencias. Se ponía una gran rosa en la cabeza, tomaba su bastón y salía a caminar por la Zona Rosa de la inmensa ciudad de México, dejando una huella imborrable para todo aquel que la veía.
El 30 de mayo de 1918 en la Ciudad de México, Guadalupe Amor (mejor conocida como Pita Amor) llego al mundo para traernos una de las voces más retadoras y revolucionarias de la historia literaria.
Pita se destaco desde pequeña por su carácter distinto a las mujeres mexicanas, por su capacidad para llamar la atención de la gente que la rodeaba… también capaz de hacer perder la paciencia hasta a su propia madre.
Le gustaba cantar para su familia y amigos, pero su voz chirriante la confino a la cocina, donde las muchachas de servicio se divertían con las canciones que entonaba y sus ocurrencias fantásticas.
Su carácter difícil e insoportable, para algunas personas, fue obligándola a buscar la soledad.
Durante su infancia estuvo rodeada de lujos debido a la riqueza de sus padres, Emmanuel Amor Subervielle y Carolina Schmidtlein García-Teruel, pero en la adolescencia sufrió la perdida de esas riquezas.
A Pita poco le afecto este cambio económico, sus intereses estaban por encima de lo material… si Amor vestía con escotes, capas y mantones era para decorar con dramatismo su personalidad, su presencia en cualquier lugar.
Pita Amor entro al mundo artístico de México como una mujer estrafalaria y excéntrica, una artista con una sensibilidad expuesta y una seguridad intimidante.
Su belleza no era solamente interna, Guadalupe era una mujer hermosa por fuera, lo que la llevo a figurar como modelo de grandes pintores y muralistas, entre ellos Juan Soriano y Diego Rivera.
Cada gramo de la personalidad de Amor comenzó a verse reflejada en su talento como poetisa. Sus intereses artísticos se encontraban en temas como Dios, la soledad, el análisis de lo cotidiano, la muerte… se dejaba escribir para reflejar la nada, lo que no parece interesante para los demás.
La “undécima musa” no podía separar la mujer intrépida que era, de su papel como escritora; cada uno de sus versos es directo, se clavan en la garganta de la audiencia… era aun más rico poder verla interpretando sus poemas, sus versos agudos, críticos, analíticos pero, sobre todo, naturales.
Como siempre… Pita no podía ignorar su capacidad magnética para que la amaran… y para que la odiaran. Mucha de su poesía gira alrededor de si misma, de su vida, de sus pasiones… de su ser.
Sus camaradas del medio artístico no pudieron evitar quedar cautivados por su personalidad, por lo que se relaciono con grandes literatos.
Guadalupe Amor gustaba de los detalles minúsculos de la vida. Adoraba caminar por Paseo de la Reforma, en la Ciudad de México, diciendo que era la “reina de la noche”.
Pita era una mujer ególatra y ensimismada por lo cual, cuando a sus 38 años tuvo un hijo, no se sintió movida a ser madre. Lo dio en custodia a su hermana Carito (fundadora de la Galería de Arte Mexicano).
Su hijo Manuel (de un año y algunos meses) muere ahogado en una pileta, lo que marco una cicatriz profunda y supurante en la vida de Guadalupe, llevándola a una depresión aguda donde nadie podía hablar con ella, ni consolarla. Pita se retiro y dejo de ser la mujer atenta a su físico y a la manera en cómo el mundo la miraba.
Pero éste cambio fue sólo externo porque, cuando Amor regresa al mundo artístico se le nota insolente y estable, retadora y soberbia. La poetisa mexicana no cambio, simplemente eligió curar sus heridas sola y guardar el luto que necesitaba para si misma.
Se divertía declamando sus versos en voz alta y también gritando los poemas de Sor Juana Inés, quien fue una de sus grandes influencias. Se ponía una gran rosa en la cabeza, tomaba su bastón y salía a caminar por la Zona Rosa de la inmensa ciudad de México, dejando una huella imborrable para todo aquel que la veía.
Pita Amor fue una poetisa que dejo una marca profunda en la literatura mexicana, no sólo por la fluorescencia de su carácter y las anécdotas que la rodean, también por la poesía intempestiva, fuerte, directa y aguda que nos heredo, por los temas metafísicos y biográficos que la dejaron en la historia literaria de la humanidad.
Sus letras y su vida la convirtieron en la mujer atractiva y mágica que fue, y en la maravillosa poeta provocadora: Pita Amor, “la reina de la noche”.
Sus letras y su vida la convirtieron en la mujer atractiva y mágica que fue, y en la maravillosa poeta provocadora: Pita Amor, “la reina de la noche”.
“Soy ególatra, fría, tumultuosa,
me quiebro frágil como mariposa.
Yo misma he construido mi anatema.
Soy perversa, malvada, vengativa.
Es prestada mi sangre y fugitiva.
Mis pensamientos son muy taciturnos.
Mis sueños de pecado son nocturnos.
Soy histérica, loca, desquiciada;
pero a la eternidad ya sentenciada”.
- Ivonne B. Mancera
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