Junio 2011, 3er aniversario

Cuando uno crece comienza a preguntarse qué es lo que está haciendo, si lo que hace está bien o está mal, a dónde nos llevan esas decisiones y sobre todo, si estamos a gusto con ellas.

La motivación llega con los resultados. El Muro cumple este mes de Junio de 2011 su tercer aniversario, y nos sentimos sumamente contentas de poder decir que, cada edición es un espejo de nuestros deseos y de nuestros corazones. Cada hoja es fiel a nosotras mismas.

A lo largo de estos tres años hemos enfrentado retos de verdad importantes, también disfrutamos de nuestros triunfos, pero, lo más delicioso es poder conocer y compartir este espacio con gente tan apasionada como nosotras.

Nuestros lectores y colaboradores alimentan a esta publicación y a sus humildes soñadoras que siempre buscan hacer lo mejor para ustedes.

En esta ocasión, no solamente presentamos nuestra fabulosa portada de “gala”, elaborada artesanalmente por las soñadoras y nuestros diseñadores, también nos permitimos presentar, en esta primer hoja, una verdad muy especial… la verdad de ser escritores y seres humanos… en boca de uno de nuestros colaboradores:

Reflexión Primera:
No sé si mis versos formen un poema, y si realmente mis poemas tengan poesía. Yo le escribo al amor en cualquiera de las formas concebidas por el Hombre. Le escribo a la mujer en su grandeza cósmica, madre de todo ser pensante sobre La Tierra.

Escribo para mitigar la cruda antipatía a la vida, y recuperar la luz del sol en mis ojos. Escribo porque para mí, no hay mejor manera de aprender a llorar de alegría.


- Daniel Cadena B.

Soñadoras, colaboradores, lectores… amigos… Muchas gracias por todo el apoyo, desde el fondo de nuestros corazones.

Bienvenidos a El Muro, con tres añitos!!

Sinceramente:
Ivonne Mancera
Directora Editorial

jueves, 21 de octubre de 2010

La Utopía del Silencio en Octubre, por Gabrielle Vallejo M.


El cielo es gris, pero es cielo

No te das cuenta, este no soy yo es mi hermano que entre sombras me ayudo, mi sangre corría entre lagrimas cuando él llego, quise morir pero él me rescato.

Me hizo ver que el cielo aún que está gris, aún es cielo, y los colores del arcoíris aún pintan una sonrisa en los pobres niños que mueren de hambre en una tierra infértil, convertida en una enfermedad estelar.

El dolor me suprimió, me hizo llorar y lamentar una vida sin amor, sólo el dinero y lo material a mi alrededor.

El olor al dolor y muerte inundaron esta vida infructuosa, convirtiéndome en el mal de mi nación, un parasito que sólo busca sobrevivir a costa de un corazón.

Por muchos años fui la maldición de mis amigos, mi familia se cansó y yo me lamente de que fueran tan débiles, pero no era su culpa, ni de lo que me rodeaba, era mi culpa, yo era el que no quería abrir los ojos, yo era el que seguía llorando en la oscuridad, pero no hacía nada para mejorar.

En verdad tuve miedo, pero hoy me doy cuenta que es hora de continuar, que mi alma no está del todo perdida y que puedo ayudar, un día alguien me tomo de la mano y me invito a mirar, el cielo es oscuro pero todavía puede empezar a clarear.

Gabrielle Vallejo M.

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Que miedo me da la soledad

Me encuentro sentado en ese rincón oscuro y parece que nada puede pasar, pero al abrir los ojos me doy cuenta de cuánto puedo estar equivocado, pienso en por qué nadie ve lo que yo veo. Lo que se expone a mis ojos es un frío futuro, me reprimo; quién más que un pobre tonto querría mirar.

Las lágrimas corren por mi cuerpo, comienzo a temblar, me doy cuenta que tengo miedo a la soledad.

No tengo el control de mi vida y, mis sueños, se ven tirados sobre una sucia banqueta, me gustaría que alguien me ayudara, me dijera que soy amado y que lo que yo pienso le interesa.

Sin embargo, despierto de ese tonto sueño y me doy cuenta de que estoy solo, quien me querría ayudar, sólo soy yo, un pobre creador de ilusiones, de corazón roto y manos frágiles que le gusta esconderse de su misma soledad.

Quiero caminar con la cabeza erguida y lleno de esperanzas, sin buscar la felicidad, porque ya la tengo, quiero ser ese alguien que de niño soñó, quiero ser un caballero que pelea sin morir y se protege sin sufrir.

Gabrielle Vallejo M.

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El Enfermo Soñador

Hoy me doy cuenta qué frágil soy y lo débil que es mi alma en la oscuridad, traté de cantar una dulce canción en este terrible lugar, pero los pajaritos de los cuentos de hadas no aparecieron para celebrar mi canto, que en realidad podría ser una despedida final.

No hay nadie cerca de mi cama, ni cerca de mi corazón, estoy atrapado en mi propio vomito y sudor y ahora comprendo lo que es el verdadero dolor, el que duele tan adentro que ningún narcótico o cigarrillo puede curar este triste corazón.

Mira una luna hermosa y misteriosa, que parece sufrir con mi dolor, me pregunto sí quizás ella me podría amar.

Entre el sudor y el escalofrió pienso que esa mujer a la que un día amé llego por fin a recogerme de entre estas sombras, la acepto y le abro los brazos pero no logro tocarla, de pronto le digo que es hora de regresar, que si ella se queda no habrá más dolor, seré alguien nuevo y la luna nos amará a los dos.

Sin importar mi dolor ella desaparece una vez más, sólo para darme cuenta que estoy solo otra vez y quizás ella tenga razón, soy un desastre y soy un tonto soñador, que desperdicio mucho tiempo en carreras infructuosas trabajando para los demás sin darme cuenta que el amor era lo único verdadero en esta triste esfera de sufrimiento y dolor.

Ahora mirare en esta cama y en esta perdida habitación, nadie se dará cuenta y mañana el sol saldrá como todos los días.


Gabrielle Vallejo M.


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Salí a buscarte

Recordé todos los buenos momentos que pasamos juntos y la dulzura que causo tu existir en mi vida; sentado en esta silla me quedo pensando en todo lo que planeamos y en lo que nos falto por vivir.

Sueño despierto con aquellos bellos momentos y me pregunto sí hubiera podido ser mejor, sí la vida nos hubiera ayudado, sí los dos nos hubiéramos dado otra oportunidad.

Miro a mi alrededor y termino de soñar en silencio, recorro la pequeña habitación, tomo tu foto entre mis manos y las lágrimas empapan aquel recuadro.

Meto mi mano en el cajón de la mesita de al lado y saco una carta de color amarillento y de olor a humedad, me doy cuenta que aunque mi recuerdo te mira partir por aquella puerta de la habitación, yo sigo pensando que quizá estoy equivocado y en cualquier segundo regresaras por esa misma puerta que te vio salir hace más de diez años.

No importa dónde te encuentres en este momento o en aquel frio ayer, te buscare entre la gente, en los lugares felices y en la tierra también, te diré lo mucho que te amo y lo que sufrí, te diré que estaba dormido pero que ya desperté.

Hoy es el día marcado, por fin podré salir a buscarte y te diré cuánto te extrañe, que ese lugar donde me encontraba no era mi casa, sólo una fría prisión de donde el amor se había marchado un triste domingo y no había regresado.

Mi cuerpo está cansado pero mi alma, sé que te seguirá buscando.

Gabrielle Vallejo M.


Para el amante que dejo perder un verdadero amor, a veces el tiempo se termina y es mejor seguir viviendo con un dulce recuerdo en vez de un doloroso anhelo.

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