Una Calavera Perdida
Abre los ojos y no sabe ni donde está. Despierta otro 2 de Noviembre, en pleno siglo XXI, justo debajo de un altar de muertos y lentamente, observa a su alrededor.
Desorientado asume que este año su espacio no es el mismo y en proporciones es mucho más reducido, su antigua sede es un espacio ahora ocupado por una enorme y deslumbrante pantalla plana a la que sólo admira con asombro.
Aún aturdida y hambrienta, vuelve la mirada al segundo nivel de su altar, donde cada día de muertos se le ofrendaba, sin omisiones, aquel mole con ajonjolí que en vida tanto le gustaba…. pero en el único nivel del altar de este año no se le ve por ningún lado.
Molesto, buscó consuelo en aquel maldito vicio que lo llevara a la tumba… pero no, tampoco el mezcal que su amada le servia en cada noche a la víspera de su visita tampoco estaba.
¿Habrán comenzado a olvidarlo? Melancólico cae en cuenta de que los años no pasan en vano y que quizás el recuerdo suyo y de las demás almas en el mas allá se este esfumando en el tiempo.
Pensativo comienza a caminar en la oscuridad, las luces que, según asevera la leyenda, lo guiarán al descanso eterno, este año brillaron pero sólo por su ausencia.
Justo cuando cree perdida toda esperanza de encontrar algo, percibe un cempasúchil que expira su último aliento asfixiándose dentro de un papel aluminio que contrasta la oscuridad del altar.
Con lágrimas en los ojos vacíos contempla su retrato, lo único que permanece en el mismo lugar que el año pasado, tembloroso lo toma en sus manos, lo pega a su pecho, murmura unas cuantas palabras, suspira profundamente y sopla… no con la intención de sacudirla sino de dispersar más el abundante polvo para, así comprender que su recuerdo también se va desvaneciendo…
- CalaverA
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